martes, 22 de enero de 2008

Carreteras de Diputación en Sierra de Gata: nuevas entregas del culebrón "Una huella imborrable"

Desde luego es imborrable el efecto de la mayoría de los acondicionamientos llevados a cabo por la Diputación de Cáceres en Sierra de Gata. Toda una serie de obras dignas de la mejor antología del impacto, ocasionalmente aderezada con planteamientos realmente ajustados a las condiciones ambientales y socioeconómicas del entorno.

En este caso se acomete el tramo más complicado del antiguo camino vecinal entre Cilleros y Hoyos. En definitiva una de las carretras que atraviesa un espacio singular -la solana de la sierra de Santa Olalla- y que a la vista de las formas y maneras con que se han realizado los tramos anteriores, suponen una gran amenaza para uno de los parajes más característicos de sierra de Gata, literalmente su mirador más meridional y zona de tránsito donde los encinares y alcornocales del llano ceden el dominio a los robledales serranos.

Nuestro temor no sólo se basa en argumentos de tipo naturalista o ambiental, sino que atañen a la propia seguridad vial, sin querer entrar en otras consideraciones como necesidad de comunicación o intensidad de tráfico, de difícil justificación salvo como pretexto para realizar obra pública por encima de las verdaderas necesidades, es decir: apelando a determinados aspectos de normativas técnicas se imponen proyectos con criterios de difícil encaje con el entorno de las zonas de montaña en que se insertan porque consideran unos ingentes movimientos de tierra.

Los políticos le echan la culpa a los técnicos; los técnicos a los políticos, y entretanto ...
A raíz de la entrevista derivada de las últimas protestas sobre el Puerto de Santa Clara, con el apoyo de ADENEX, SEO y muchos correos de protesta, las ultimas palabras del Diputado de Fomento y responsable del área, Miguel Angel Morales, fueron realmente autocríticas y conciliadoras respecto al tratamiento e integración de los proyectos pendientes. Pero eso fue antes de las últimas elecciones.

¿Se caen las palabras como las hojas de los robles -pese a su marcescencia-?