DECLARACIÓN DE EUROPA NOSTRA SOBRE EL IMPACTO DE LAS TURBINAS DE VIENTO EN EL PAISAJE NATURAL
El Consejo de Europa Nostra, Federación Pan-Europea del Patrimonio, reunido en
La Haya el 30 de septiembre de 2004, ha debatido acerca de los efectos en el medio
ambiente y en el patrimonio del rápido aumento en la utilización de la energía eólica para la
generación de electricidad. Estas son sus conclusiones:
Consideraciones Generales:
2. El Consejo recuerda el compromiso estatutario de Europa Nostra con la protección y
conservación del patrimonio en todos sus aspectos (inmueble y mueble, construido y
natural) en el contexto más amplio del paisaje cultural.
3. El Consejo reconoce plenamente, y comparte, la grave preocupación internacional por el
cambio climático, reflejada notablemente en el Protocolo de Kyoto, así como la necesidad de
que todos los países lleven a cabo políticas energéticas consecuentes. Tiene la intención de
considerar de manera progresiva el impacto sobre el paisaje de las diferentes formas de
energía renovable.
4. El Consejo estima que las políticas energéticas deben ser globales, dirigidas a solucionar
tanto los problemas de demanda como de oferta y, en esta última categoría, deberían
considerarse todas las formas de suministro de energía y, en particular, tender hacia una
reducción en la emisión de gases invernadero, especialmente del CO2.
5. El Consejo considera que muchas políticas nacionales no prestan la atención suficiente
hacia el problema de la demanda, el ahorro energético y la promoción de la eficiencia
energética.
6. El Consejo cree además que deben hacerse mayores esfuerzos para promocionar todas las
formas de energía renovable.
Consideraciones específicas sobre la energía eólica:
7. Aunque el Consejo apoya plenamente la campaña en favor de las energías renovables,
incluyendo la eólica, considera que las turbinas de viento deben situarse en lugares
apropiados.
8. El Consejo también considera que hasta ahora muchos países han tendido a concentrar
demasiado esfuerzo en la energía eólica, tanto en tierra como en el mar. Han ofrecido
importantes incentivos para su desarrollo, relajando las normas urbanísticas y sin realizar
una valoración más equilibrada de sus ventajas e inconvenientes. La consecuencia es que en
la actualidad existen por toda Europa extensas áreas de bellos paisajes invadidas por
hileras de aerogeneradores cada vez mayores, cada uno de los cuales constituye una
pequeña central eléctrica. De esta forma, están siendo industrializadas con el consiguiente
grave daño para el patrimonio natural.
9. El Consejo opina que en muchos países europeos se está creando un clima de opinión que
no favorece la toma de decisiones en este aspecto. Fundamentalmente en lo que se refiere al
impacto sobre la sociedad, la economía, el turismo, la historia, la cultura, la fauna salvaje y
el paisaje en su conjunto.
10. Con estos antecedentes, el Consejo opina que, en relación con los aerogeneradores o los
parques eólicos situados en tierra, el proceso de toma de decisiones de las autoridades
públicas debe incluir una amplia consulta; debe basarse en la comprensión del significado
del carácter y de los valores de los paisajes locales; y debe también tener en cuenta
las siguientes consideraciones a la hora de afrontar cualquier proyecto:
a. El impacto sobre la comunidad local.
b. Los resultados de un análisis cuidadoso y objetivo de los argumentos del promotor, con
relación al ahorro de gases causantes del efecto invernadero.
c. El grado de intrusión visual, relacionada con el carácter y la calidad de los alrededores. No
se puede olvidar que las modernas aeroturbinas son llamativas por su gran tamaño
(actualmente miden más de 100 metros de altura y cada vez se construyen mayores) y
normalmente están situadas en lugares prominentes.
d. El daño suplementario al paisaje, a los ecosistemas sensibles, a los cursos de agua y a
otros aspectos del medio ambiente, provocado por el proceso de construcción, en el que se
incluye la creación de carreteras de acceso, los refuerzos a las redes de transporte y
distribución eléctrica, las torres de alta tensión y las infraestructuras necesarias para la
transmisión de la electricidad.
e. La garantía de que, una vez finalizada la vida útil de las turbinas, toda la zona afectada
pueda ser completamente restaurada y devuelta a su estado original.
f. El impacto sobre lugares designados como zonas protegidas a escala internacional,
nacional, regional o local o en zonas cercanas a ellos.
g. El impacto sobre las poblaciones próximas a los aerogeneradores en aspectos no menos
desdeñables, como ruidos y molestias ocasionadas por infrasonidos, interceptación de luz,
y/o reducción del valor de los bienes inmobiliarios.
h. La necesidad de sobredimensionar el conjunto de plantas de generación del sistema
eléctrico para satisfacer la demanda, durante los períodos prolongados de tiempo en los que
las aeroturbinas están inactivas. Las centrales de apoyo suelen ser ciclos combinados,
alimentadas por gas natural, y afecta a los pretendidos beneficios del proyecto en términos
de producción de gas efecto invernadero y al coste real de generación eléctrica.
i. La obligación de estudiar la sustitución de las máquinas eólicas existentes por otras de
mayor tamaño, de la misma manera que en el proyecto original.
11. Muchas de estas consideraciones – aunque no todas – se pueden aplicar también a los
parques eólicos situados en el mar. Como regla general, cuanto más lejos de la costa se
sitúe una turbina de viento, menos probables son las objeciones a su instalación.
El Consejo de Europa Nostra, Federación Pan-Europea del Patrimonio, reunido en
La Haya el 30 de septiembre de 2004, ha debatido acerca de los efectos en el medio
ambiente y en el patrimonio del rápido aumento en la utilización de la energía eólica para la
generación de electricidad. Estas son sus conclusiones:
Consideraciones Generales:
2. El Consejo recuerda el compromiso estatutario de Europa Nostra con la protección y
conservación del patrimonio en todos sus aspectos (inmueble y mueble, construido y
natural) en el contexto más amplio del paisaje cultural.
3. El Consejo reconoce plenamente, y comparte, la grave preocupación internacional por el
cambio climático, reflejada notablemente en el Protocolo de Kyoto, así como la necesidad de
que todos los países lleven a cabo políticas energéticas consecuentes. Tiene la intención de
considerar de manera progresiva el impacto sobre el paisaje de las diferentes formas de
energía renovable.
4. El Consejo estima que las políticas energéticas deben ser globales, dirigidas a solucionar
tanto los problemas de demanda como de oferta y, en esta última categoría, deberían
considerarse todas las formas de suministro de energía y, en particular, tender hacia una
reducción en la emisión de gases invernadero, especialmente del CO2.
5. El Consejo considera que muchas políticas nacionales no prestan la atención suficiente
hacia el problema de la demanda, el ahorro energético y la promoción de la eficiencia
energética.
6. El Consejo cree además que deben hacerse mayores esfuerzos para promocionar todas las
formas de energía renovable.
Consideraciones específicas sobre la energía eólica:
7. Aunque el Consejo apoya plenamente la campaña en favor de las energías renovables,
incluyendo la eólica, considera que las turbinas de viento deben situarse en lugares
apropiados.
8. El Consejo también considera que hasta ahora muchos países han tendido a concentrar
demasiado esfuerzo en la energía eólica, tanto en tierra como en el mar. Han ofrecido
importantes incentivos para su desarrollo, relajando las normas urbanísticas y sin realizar
una valoración más equilibrada de sus ventajas e inconvenientes. La consecuencia es que en
la actualidad existen por toda Europa extensas áreas de bellos paisajes invadidas por
hileras de aerogeneradores cada vez mayores, cada uno de los cuales constituye una
pequeña central eléctrica. De esta forma, están siendo industrializadas con el consiguiente
grave daño para el patrimonio natural.
9. El Consejo opina que en muchos países europeos se está creando un clima de opinión que
no favorece la toma de decisiones en este aspecto. Fundamentalmente en lo que se refiere al
impacto sobre la sociedad, la economía, el turismo, la historia, la cultura, la fauna salvaje y
el paisaje en su conjunto.
10. Con estos antecedentes, el Consejo opina que, en relación con los aerogeneradores o los
parques eólicos situados en tierra, el proceso de toma de decisiones de las autoridades
públicas debe incluir una amplia consulta; debe basarse en la comprensión del significado
del carácter y de los valores de los paisajes locales; y debe también tener en cuenta
las siguientes consideraciones a la hora de afrontar cualquier proyecto:
a. El impacto sobre la comunidad local.
b. Los resultados de un análisis cuidadoso y objetivo de los argumentos del promotor, con
relación al ahorro de gases causantes del efecto invernadero.
c. El grado de intrusión visual, relacionada con el carácter y la calidad de los alrededores. No
se puede olvidar que las modernas aeroturbinas son llamativas por su gran tamaño
(actualmente miden más de 100 metros de altura y cada vez se construyen mayores) y
normalmente están situadas en lugares prominentes.
d. El daño suplementario al paisaje, a los ecosistemas sensibles, a los cursos de agua y a
otros aspectos del medio ambiente, provocado por el proceso de construcción, en el que se
incluye la creación de carreteras de acceso, los refuerzos a las redes de transporte y
distribución eléctrica, las torres de alta tensión y las infraestructuras necesarias para la
transmisión de la electricidad.
e. La garantía de que, una vez finalizada la vida útil de las turbinas, toda la zona afectada
pueda ser completamente restaurada y devuelta a su estado original.
f. El impacto sobre lugares designados como zonas protegidas a escala internacional,
nacional, regional o local o en zonas cercanas a ellos.
g. El impacto sobre las poblaciones próximas a los aerogeneradores en aspectos no menos
desdeñables, como ruidos y molestias ocasionadas por infrasonidos, interceptación de luz,
y/o reducción del valor de los bienes inmobiliarios.
h. La necesidad de sobredimensionar el conjunto de plantas de generación del sistema
eléctrico para satisfacer la demanda, durante los períodos prolongados de tiempo en los que
las aeroturbinas están inactivas. Las centrales de apoyo suelen ser ciclos combinados,
alimentadas por gas natural, y afecta a los pretendidos beneficios del proyecto en términos
de producción de gas efecto invernadero y al coste real de generación eléctrica.
i. La obligación de estudiar la sustitución de las máquinas eólicas existentes por otras de
mayor tamaño, de la misma manera que en el proyecto original.
11. Muchas de estas consideraciones – aunque no todas – se pueden aplicar también a los
parques eólicos situados en el mar. Como regla general, cuanto más lejos de la costa se
sitúe una turbina de viento, menos probables son las objeciones a su instalación.