sábado, 24 de octubre de 2015

Repoblación popular en Hoyos (Sierra de Gata)




Repoblación popular post-incendio en Sierra de Gata.
Será el día 1 de Noviembre en Hoyos, en la parcela municipal del Teso Espantadiablos, muy cerca del helipuerto y la depuradora (ver croquis en el cartel).


Repoblaremos con bellota, planta forestal, y gramíneas.

Empezaremos la repoblación a las 10 de la mañana, podéis traer semillas para sembrar y herramientas para poner planta y bellotas (azadas, rastrillo, plantadores para enterrar la bellota).
Tras la repoblación comeremos en las piscinas naturales de Hoyos, podéis traer comida, bebida. Nosotros ponemos el chocolate y las castañas asadas.

Habrá música en directo de músicos locales y os animamos a traer instrumentos para tocar. Si alguna persona quiere quedarse a dormir, avisar y lo organizamos

Asociación RAMA


ramaapoyomutuo@gmail.com
reforestacionsierradegata.weebly.com



Pd: Si habéis cogido o vais a coger bellota (de roble, encina, alcornoque) para repoblar, lo ideal sería que las dejaseis la noche antes en remojo. Las que floten se pueden desechar. Podéis también echar en el agua alguna sustancia repelente tipo ajo, orín o infusión de plantas aromáticas para evitar la posible perdida por jabalíes y roedores. Mas información: http://arba-s.org/para-leer/manuales/
.... y si queréis traer cubito o similar para recoger algo de los sedimentos que se acumulan en las orillas del río, es ideal para huertos y jardines.....








viernes, 9 de octubre de 2015

COPERNICUS: Cartografía del incendio de Sierra de Gata



Cartografía del incendio de Sierra de Gata en Copernicus


COPERNICUS es un programa de la UE destinado a desarrollar servicios de información europeos basados en 
observación de la Tierra por satélite y datos in situ (no espaciales).
Copérnico es implementado por la Comisión Europea (CE) con el apoyo de la Agencia Espacial Europea (ESA) para el componente espacial y la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEE).

El objetivo de Copérnico es monitorear y pronosticar el estado del medio ambiente en la tierra, el mar y en la atmósfera, con el fin de apoyar la mitigación del cambio climático y de adaptación de estrategias, la gestión eficaz de las situaciones de emergencia y la mejora de la seguridad de todos los ciudadanos.

El Servicio Cartográfico en caso de Emergencia de Copernicus GIO (GIO EMS-Mapping) proporciona información geoespacial precisa y actualizada a todos los actores involucrados en la gestión de desastres, en situaciones de emergencia inducidas por el hombre y en crisis humanitarias. Dicha información se deduce a partir de sistemas de tele-detección por satélite y se complementa con fuentes de datos disponibles in-situ o de acceso público. El mecanismo está financiado por la Comisión Europea.


EMSR132: incendio de Sierra de Gata.

EMSR132 es el nombre codificado el incendio del verano en Sierra de Gata. A través de Copernicus puede accederse a información detallada del incendio. De manera gratuita se ofrecen imágenes con diversa escala y formato (desde pdf a imágenes ráster en formatos tiff o jpg, con distintas resoluciones). También puede desacargarse la información en formato vectorial para trabajar con sistemas de información geográfica).

El trabajo se desarrolla a partir de imágenes de satélite, el SPOT-6, adquirida el 11 de agosto, con una resolución de 1,5 metros por pixel y ausencia total de nubes para las salidas generales a 1:36.000 y Pleiades del 15 de agosto, con una resolución de 0,5 metros por pixel. Todas la especificaciones técnicas se detallan en la leyenda de la composición cartográfica o mapa. El resto de elementos cartográficos (elevaciones, carreteras, núcleos, procede de distintas fuentes de referencia que se detallan (data sources) en la cartela de los mapas.

Los mapas, o productos cartográficos presentados, son:

-A escala 1:36.000:
-una imagen global del ámbito del incendio (delineation map)
-una imagen global del grado de afección o severidad del incendio (grading map). 

A escala 1:10.000:
Recortes del área general presentados en 3 zonas identificando tanto el ámbito del incendio como el grado de afección:
-Acebo norte, Acebo centro, Hoyos y Hoyos sur.


Toda la información es pública y de acceso libre pinchando aquí.




Salida cartográfica proporcionada
 por Copernicus. Area del incendio.


Area del incendio (con la información vectorial
 facilitada desde Copernicus).






viernes, 2 de octubre de 2015

Cuando el bosque se quema...Algunos datos sobre grandes incendios en Sierra de Gata.



Este verano ha sido negro pero por desgracia no ha sido el primer gran incendio en sierra de Gata. Una buena fuente, la más autorizada, para conocer los datos relacionadas con los incendios es sección de Estadística de Incendios Forestales de la web del MAGRAMA.

Están disponibles las memorias anuales correspondientes al periodo entre 1968 y 2011, aparte de informes-resumen por decenios.

Textualmente:

"Las comunidades autónomas comienzan a remitir al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente la base de datos de cada año dentro del primer trimestre del año siguiente. Según se reciben las bases de datos autonómicas se integran en la Base de Datos Nacional de Incendios Forestales (EGIF) y se elabora la publicación anual. Esta publicación contiene las cifras definitivas del año acompañadas de multitud de cuadros, gráficos y mapas que detallan los aspectos más significativos del año. La edición, distribución y publicación en la Web de la estadística definitiva de un año se realiza a partir del tercer cuatrimestre del año siguiente."
La última memoria disponible es la correspondiente a 2012.

A vuela pluma, a cuenta de Sierra de Gata podemos citar algunos datos extraídos de esas memorias escritas y que forman parte también de la memoria colectiva de la Sierra, de su "caja negra" estival. Especialmente negro el verano de 1991, con un total de 13.937 hectáreas totales quemadas, repartidas entre Cilleros (3.087), Gata (2.100), Villanueva de La Sierra (680) y Valle del Arrago-Torrecilla (todo un hito que perdura en la memoria ambiental gateña y especialmente entre los habitantes de Robledillo, Descargamaría, Cadalso, Hernán Pérez y Torrecilla: 7.320 hectáreas). Un verano negro sin paliativos.

En 1998 de nuevo arderían 820 hectáreas en Descargamaría, y en 2002 ardieron 2.159 has en Torrecilla. En 2003 Acebo y Hoyos registraron otro gran incendio con 2.360 hectáreas. Algunos detalles del mismo, con el toque de campanas a fuego y la movilización del pueblo de Hoyos haciendo una cadena a base de cubos de agua, se reflejan en la película documental de Montxo Armendáriz "Escenario móvil", de 2004. También se hace eco de las 9.076 hectáreas que ardieron en las vecinas Hurdes ese año y a las que no se podía dejar de mirar de reojo por si cambiaba el aire. 





El remate de ese verano en extremadura fueron las 13.692 hectáreas del incendio de Valencia de Alcántara. Sin duda fue un "annus horribilis".



martes, 29 de septiembre de 2015

sábado, 26 de septiembre de 2015

El verano que no queríamos (Informe Greenpeace julio 2015)



Informe de Greenpeace, julio 2015:
el verano que no queremos que ocurra.


Era todo un deseo, pero no se cumplió. A pesar de todo no está de más el el debate de ideas y los análisis, y por desgracia, cada año se aportan más contenidos para seguir contrastatando las informaciones y los análisis estadísticos. Apenas cambia el componente geográfico, algún nombre nuevo de localidad o comarca que pasa a la "lista negra", pero en general se dispone ya de muchas claves sobre lo que está pasando.

A modo de ejemplo ponemos este extracto del informe (pagina 9):



"Con el éxodo rural se ha producido también el fin de muchos
aprovechamientos agrícolas y forestales, actividades que han
gestionado durante siglos la biomasa de los ecosistemas forestales.
Territorios que tras la posguerra española eran utilizados para
la agricultura, el pastoreo, la extracción de leñas o el carboneo,
con escasa regeneración del arbolado, hoy son progresivamente
ocupados por matorral y regeneración natural del arbolado. A lo que
habría que sumar los 3 millones de hectáreas repobladas, gran parte
de ellas monoespecíficas y sin tratamientos silvícolas, lo que las
hace muy inestables y vulnerables al fuego. En gran parte de estos
territorios se ha cambiado el uso productivo por otros usos de tipo
lúdico (caza, recogida de setas y hongos, senderismo, etc).

Más de cincuenta años después, no solo la superficie de matorral y
arbolada ha aumentado, sino que una parte importante de estas masas
forman un continuo forestal de masas densas y con gran cantidad de
biomasa, algo que desde el punto de vista del riesgo de incendios las
hace extremadamente vulnerables."




Informe WWF sobre grandes incendios en España




Informe WWF sobre incendios forestales 2015 en España:

"bosques listos para arder"


Grandes incendios en España


Por desgracia, el fenómeno de los denominados grandes incendios forestales no es nuevo. Aunque este año en Sierra de Gata se haya vivido con más crudeza y riesgo para la población, no se trata de un hecho que hasta ahora no se hubiera vivido. Desde Valverde a Robledillo, parando por el Puerto de Perales, cabría referir varios veranos "negros". La casuística y las condidiciones de nuestro entorno se dan en otros ámbitos del país, como Zonas de Alto Riesgo (ZAR), por lo que las visiones de conjunto y las propuestas que se indican pueden ser buenas referencias.




Mapa WWF de los incendios 2015


MAPA DE LOS  INCENDIOS 2015

Dado que los calores se mantienen irrumpiendo en el otoño, hasta que aparezcan las lluvias cabe el riesgo de que este mapa quede desfasado. Entretanto muestra la distribución de los grandes incendios ocurridos en España, incluyendo el que ha llevado a Sierra de Gata a los informativos este verano.


Enlace a la página WWF sobre incendios forestales





domingo, 6 de septiembre de 2015

Sierra de Gata: paisaje después del fuego






Sierra de Gata: paisaje después del fuego.

José Antonio Mateos Martín.

A raíz de lo ocurrido en Sierra de Gata parece oportuno, y ya con cierta serenidad ante el espanto de los primeros momentos, propiciar la reflexión. Parece que así está actuando la Administración, con reuniones diversas, e incluso en el ámbito comarcal se han creado plataformas de afectados, de solidaridad con los afectados y también de reflexión sobre el modelo y futuro de la comarca..

No por habitual deja de ser normal que, sobre todo en verano, la Sierra salte a los medios por algún gran incendio. Parece que el verano siempre nos reserva alguna portada de periódico, titulares y artículos de opinión. Raro es el estío en que esto no ocurre. Desgraciadamente este año hemos sido incluso portada de noticiarios televisivos a causa del gran incendio que asoló, fundamentalmente Acebo, Hoyos y Perales, con pequeñas incursiones en otros términos municipales. Se puede hablar de un incendio de dimensiones comarcales, no tanto por la superficie respecto al total comarcal pero sí por haber alcanzado un eje medular de elementos muy representativos del patrimonio gateño (los propios cascos urbanos de Acebo, Hoyos y Perales, el entorno de Jálama y Cervigona, las piscinas naturales de Acebo, Hoyos y Perales, entre otros). Intencionadamente estamos rehuyendo la etiqueta de forestal. A la vista de lo ocurrido este año, ya no es que ardan masas forestales o estrictamente “terreno forestal” (no necesariamente superficie arbolada) porque la impresión es que, en sentido amplio, se quemaba “el campo” y casi los pueblos: el conjunto del medio rural.

Se quema “el campo”, los espacios de cultivos tradicionales ubicados en el minifundio parcelario del entorno de los pueblos, el terrazgo ocupado por huertos, viñas, olivares, cercados y tapados. Un terrazgo que a medida que nos alejamos de los pueblos ha derivado casi en bosque en la medida en que ese terrazgo ha sido abandonado (por pérdida de población, por edad del agricultor, por dificultades de acceso, por escasa rentabilidad) y de nuevo es recuperado por los árboles, matorrales y zarzales a expensas de los cuales en su día se abrió el espacio de cultivo o claro para el pastoreo. Una arboleda que tampoco es objeto ya de la tradicional extracción de leñas, material de construcción o forrajeo, por lo que se acumula un combustible potencial.

En paralelo, se desdibujan y desaparece la trama de elementos que articulaba ese campo, desde caminos y veredas a paredes, muros, poyos y bancales, elementos que por la propia intemperie climática, sobre todo las aguas, la falta de mantenimiento y la recolonización silvestre se deterioran e inutilizan, más o menos mimetizados en el entorno.

Se quema “el campo”, incluyendo los antiguos pastaderos leñosos de los terrenos más serranos, manejados antaño como baldíos y comunales abiertos, dominios de bardales, escobonales y brezales, que por falta de aprovechamiento ganadero y descuaje se han convertido en espesas masas de escobones, brezos, jaras y carquesas, actual dominio de abejas y jabalíes.

Y casi siempre se han quemado, en el sentido de incendio forestal más común, las dilatadas superficies de terrenos serranos que fueron objeto de repoblación forestal mediante pinos, y los espacios recolonizados por la dispersión del pinar, y los pinares ya maduros y vueltos a quemar, y los densos pinares menudos fruto del banco de semillas del suelo, en ocasiones hasta que el regenerado de semilla desaparecía. Estos si han sido, por desgracia, los incendios que, por la continuidad de las masas y pese a la maraña de pistas y cortafuegos, han tenido marchamo de forestal según su definición legal (bosques, matorrales, riberas y pastizales), aunque en el caso que nos ocupa no se trata del componente fundamental.

En definitiva, por diversos factores, el medio serrano es frágil y vulnerable ante el fuego por sus condiciones “estructurales” (relieve, pendientes, cobertura vegetal), aún más en años climáticamente tan secos como éste y con perspectiva de incrementarse esa fragilidad en el horizonte de irregularidad climática en que nos movemos. En todo caso estos no son los factores desencadenantes del fuego. Desde el más puro ejercicio de especulación sobre las causas, descartadas las naturales, no acierto a vislumbrar más que nos adentraríamos en el complejo mundo de la mente humana, a medio camino entre conflictos de intereses poco explícitos a primera vista y puede que puras patologías para estudio psiquiátrico. Aquí hay tema de estudio.

En suma, el abandono y decaimiento del mundo rural en general, en paralelo a la masividad de coberturas vegetales en recuperación, generan condiciones proclives a la dificultad de controlar los incendios.
Unas condiciones de fragilidad sobre las que desde hace unos años se ha construido el incipiente desarrollo turístico de la comarca, donde se exhibe el verde y el agua, pero sin que pueda olvidarse que bajo esa abundancia de verde en el paisaje de nuestras sierras se esconde un medio rural en transición como contexto que podía virar del verde al negro de manera brusca y catastrófica.

Unas condiciones de fragilidad del medio rural serrano sobre el que se superpone a veces la mirada conservacionista, inspirada en estándares europeos y que consagra un modelo de “medio ambiente”, una foto fija de estado del medio que parece olvidar que ese medio es una deriva natural por abandono de la gestión tradicional en desuso (no siempre respetuosa, puntualmente incluso abusiva). Es la política de protección del medio que llevada al extremo, a veces mal explicada y otras mal entendida, se traduce, grosso modo, en que no se puede tocar nada de lo que hasta ahora era objeto de manejo y gestión. Para (casi) todo hace falta informe, permiso o supervisión administrativa, no siempre ágil. Ante ello se genera incomprensión o abierto rechazo, especialmente cuando paradójicamente ni la propia Administración respeta pautas ambientales o las integra en sus políticas de manera real, sin generar agravios comparativos (exigiendo a los ciudadanos lo que la Administración elude). El ejemplo más reciente es la pista de Las Jañonas, verdadera “carretera de montaña” a ninguna parte, realizada por los Servicios Forestales.

Al hilo de todo lo expuesto, e intentando hacer una lectura de revisión del modelo desarrollado hasta ahora, el incendio de Sierra de Gata saca a relucir las múltiples dimensiones subyacentes bajo lo que en suma simplificamos como el último gran  incendio forestal en la Sierra

Las cuestiones que se suscitan no son sólo de índole forestal sino que necesitamos revisar un modelo de desarrollo rural donde no cabe hablar sólo o parcialmente de política forestal a base de pistas, cortafuegos y acopios de agua a pie de pista. Donde ha pasado a primer plano de manera dramática la afección directa del fuego a los cascos urbanos, si bien existe una legislación autonómica de lucha y prevención contra incendios muy detallada en recursos, planes, memorias y medidas al servicio de la prevención efectiva del riesgo de incendios, especialmente en zonas de alto riesgo, como ocurre en todo el ámbito de Sierra de Gata, y también en el entorno de los cascos urbanos a través de la figura de los planes periurbanos, que son competencia de las autoridades locales.

De la mano de la mano de la planificación forestal, de la lucha contra el fuego y la prevención del riesgo de incendios debe ir la ordenación urbanística y territorial, que es la que dibuja el contorno de interrelación de lo urbano con el terreno que le rodea, sin descuidar la vulnerabilidad de la implantación de nuevas construcciones en suelo rústico, bien de segunda residencia, bien de localizaciones vinculadas a turismo rural así como los espacios de tipo recreativo en el medio natural, como las piscinas naturales.

Otras claves de lectura se inscriben en el contexto puramente económico. No es raro que el cultivo tradicional se abandone por parte de quien no ve en ellos expectativas económicas claras, como ocurre con el olivar y el viñedo, los cultivos de mayor difusión. Donde los nuevos usos del territorio no pasan de ser simbólicos granos de arena, puramente testimoniales y en la medida en que tiene mucho peso en el sector turístico, con la fragilidad inherente al contexto en que se inscriben. Tal vez con escasa significación habida cuenta de la dilatada trayectoria que lleva la comarca trabajando en clave de desarrollo y diversificación del medio rural desde los programas LEADER. Donde, dada su amplia superficie, los terrenos forestales de administración pública se gestionen de manera que los pueblos perciban que el monte también es suyo y les genera riqueza no sólo cuando se quema y se vende la madera, como ocurre con las recientes experiencias de resinación.

Desde luego, las políticas de valoración del medio natural no pueden ser sólo cartelería, folletos turísticos y senderos, sino que en medios rurales tan “naturales” deben acompañarse con unas medidas de gestión que consideren que no hay rincón de la sierra que sea virgen sino que la mano del serrano está detrás de la mayor parte del paisaje que percibimos. Y que las prácticas agroforestales no pueden perder nunca el trasfondo de selvicultura preventiva, incorporando facilidades y pautas de gestión que integren también claves ambientales y de mejora del paisaje y su valoración como recurso. A ello debe contribuir el contar con una malla vertebradora apoyada en los caminos públicos, como accesos al territorio dimensionados según las características del mismo, diseñados para su puesta en valor y como red de defensa, no sólo como soporte de redes de itinerarios y, desde luego, no sólo como mera contrata de obra pública para mover maquinaria y cuadrar presupuestos de inversión.

No debemos perder de vista que los espacios serranos que constituyen los telones de fondo de nuestro escenario comarcal, además de los valores ambientales y referenciales para el imaginario serrano, son algo más. Su gestión no debe olvidar su condición de límite administrativo, para unificar criterios de gestión, pero tal vez lo más significativo sea que estos ámbitos serranos son la esponja que atrapa el imprescindible recurso agua, por lo que su gestión debe ser siempre orientada por criterios protectores más que especulativos.

Por tanto, es necesario un enfoque del territorio que parta de una visión patrimonial e integradora del propio territorio por su interrelación de factores naturales y culturales. Porque Sierra de Gata es un medio eminentemente rural y muy humanizado, cuyo paisaje sintetiza la diversidad de respuestas naturales y se funde con la herencia en forma de patrones de un modelo de gestión tradicional en decaimiento y apuntes de nuevas miradas. En definitiva, donde el medio natural tiene mucho de medio social y cultural. Esta es su riqueza y su fragilidad.


 Publicado en : Sierra de Gata Digital